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Historia de la Vida

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Historia de la Vida - Un Niño y Su Padre
Era la semana antes de la Navidad. Yo tenía cinco años y había terminado de narrar el programa de niños, parado en el banquillo de la cocina, detrás del púlpito de la iglesia de mi padre. Nunca olvidaré el sentimiento de logro y la unión que sentí con mi padre esa noche. Fue realmente un momento mágico cuando mi padre me levantó del banquillo y me dio un gran abrazo y beso enfrente de toda la congregación. Nunca me sentí más seguro que cuando estaba en los brazos de mi padre. Me preguntaba si seguiría sus pasos y me convertiría en un pastor algún día. Este es uno de los recuerdos más antiguos y más queridos de mi padre. Él fue un hombre muy afectivo, amable, y gentil. Yo siempre sabía que iba a estar allí para mí y que nada que yo hiciese cambiaría su amor por mí; su amor era incondicional.

Mi madre fue la menor de su familia, y fue rechazada por su padre debido a que su madre murió al darla a luz. Criada por sus hermanas mayores, la inseguridad que sintió de niña la esclavizó a una vida en busca de seguridad para sí misma y para sus seres queridos. Mi madre estaba obsesionada con las apariencias. La casa tenía que estar impecable y ordenada en todo momento, y las cosas tenían que lucir como si fuéramos la familia perfecta, sin importar lo que estaba pasando detrás del escenario. Recuerdo que ella decía: "Si esto se sabe, podría arruinar la carrera de tu padre." Yo vivía con el miedo de su rechazo y el horror de que pudiera hacer algo que pudiera herir a papá. El amor de mi madre era condicional y lo daba esporádicamente, cuando sentía que era merecido. Aprendí a guardarme las cosas. Ella no podía enojarse por lo que no sabía.

Cuando tenía 12 años me empecé a dar cuenta de que había un mundo allá afuera, muy diferente de aquel en donde mis padres vivían. No era realmente rebelde, pero la vida en la casa de vidrio estaba surtiendo efecto. Pienso que el Señor vio mi corazón y decidió que era tiempo de recogerme un poco la cuerda. En un servicio de los miércoles en la noche, un evangelista invitado hizo una descripción detallada de los sufrimientos físicos que Jesús soportó en la cruz al describir el amor que le mantuvo allí. Esa noche sentí el primer toque de Dios. Estaba muy abrumado por Su amor y aceptación. Lloré con profundos sollozos por lo que parecieron ser horas. Comprendí que fue Su amor por mí lo que mantuvo a Jesús en la cruz. Esta era la primera vez que comprendí que había más en ser cristiano que el hacer las cosas correctas y asistir a la iglesia.


Historia de la Vida - Un Adolescente y Sus Compañeros
Desafortunadamente, en los siguientes seis años adopté los valores de mis compañeros. Papá ya no era el héroe, porque a mi modo de ver, el éxito se medía en dólares. Asistí a la universidad y la cultura estaba prosperando. Me metí de lleno -- drogas, sexo, y alcohol. Mi primera noche, a sólo horas después de decirles adiós a mis padres, estaba en un auto con otros tres tipos y una caja de cerveza, camino a auto-servicio de películas XXX. Nos íbamos de fiesta todas las noches y luego, los fines de semana, parrandeábamos en serio. La fiesta típica de viernes en la noche era el no parar hasta el domingo. Pronto el dinero se volvió un problema, así que comencé a vender drogas para poder seguir al ritmo de mis amigos. La mayoría de mis amigos provenían de familias ricas. Tan extraño como pueda sonar, hasta durante este periodo tan rebelde de mi vida, yo era un miembro importante de un grupo de adolescentes que suplantaban a pastores que estaban de vacaciones. Estaba viviendo una doble vida.

Cuando tenía diecinueve años y estaba en segundo año en la universidad me dirigí a casa por el fin de semana, deseando pasar un raro tiempo a solas con mi padre, ya que mi madre estaba fuera, en un retiro. No compartí mucho con mi padre sobre mi vida, pero no tenía que hacerlo. Estoy seguro que él sabía lo que estaba haciendo, y estoy seguro de que pasó horas orando por mí. Durante la cena del sábado en la noche el tema de la muerte surgió, y mi padre compartió conmigo sus ansias de irse para estar con el Señor. Una semana más tarde estaba jugando billar en la unión de estudiantes cuando me llamaron por los altavoces. Algo dentro de mí supo que mi padre había partido. Mis instintos eran correctos -- mi padre había muerto. Al principio me tragué mis sentimientos para poder cuidar de mi madre y hacer los arreglos necesarios.

Dos noches antes del funeral, me levanté a mitad de la noche y encendí el fuego de la chimenea. Recordé la conversación de mi padre durante la cena el sábado anterior y me di cuenta de que Dios lo había orquestado todo. Finalmente, la represa se rompió y enfrenté la pérdida. Me sentí solo y confundido. Sentí que Dios estaba tratando de amarme, pero yo no estaba listo para aceptar Su amor.

En el curso de los siguientes siete años me gradué y comencé una carrera en gerencia de ventas al por menor. No estaba caminando con el Señor, y estaba enojado con Él por llevarse a mi padre. Sabía que mi estilo de vida estaba alejando a Dios.

Durante este periodo tenía un sueño recurrente. Estaba caminando por un largo corredor oscuro. Podía ver una luz muy brillante a través de la rendija de una puerta al final. Aún entonces supe que la luz era Jesús y me acordé de mi experiencia de la cruz en mi niñez. Recuerdo pensar que mientras la puerta al final del corredor estuviera abierta y yo pudiera ver la luz, no me había alejado demasiado.


Historia de la Vida - Un Hombre y Su Amor
A los veintisiete años estaba comenzando a preguntarme si alguna vez me casaría. Entonces, a través de mi madre (nada menos) conocí a mi futura esposa. Sue era una músico y conoció a mi madre en un retiro donde ella dirigía la adoración. Después de salir por un tiempo, Sue me dijo que tendría que dejar de fumar marihuana si quería que nuestra relación continuara. En ese tiempo yo estaba fumando dos veces al día y no sabía realmente lo que era estar sobrio. Dejé de fumar de un solo golpe sin problema, y por primera vez en años estaba abierto a permitir al Señor en mi vida. Sue y yo nos enamoramos y fijamos la fecha de nuestra boda. Unas semanas antes de la boda, Sue iba a dirigir la adoración en un retiro que se llevaría a cabo en Dodger Town. En esa reunión del sábado en la noche hubo un llamamiento al altar y yo me revolvía y luchaba. Finalmente, fui el último en responder. Mientras que uno de los pastores oraba por mí, regresé a la experiencia de la cruz en mi niñez y sentí como si al fin hubiera regresado a casa. Pasé esa noche en un resplandor maravilloso, sintiendo la presencia de Dios y empapándome de Su amor. Pensé en mi padre, y el consuelo que sentí fue como estar de vuelta en sus brazos. 1ra de Juan 3: 1 dice: "Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, ¡para que seamos llamados hijos de Dios! Amados, ahora somos hijos de Dios. . .” El hueco en mi corazón, que había sentido desde la muerte de mi padre, fue llenado esa noche, cuando acepté el amor de Dios.

Cuando Sue y yo teníamos tres años de casados me encontré de vuelta en la escuela. Nos mudamos a nuestra primera casa a comienzos del año, esperando la llegada de nuestro primogénito en marzo. La vida parecía buena y yo me sentía como que estaba recuperando el tiempo perdido por primera vez. Estaba demasiado consciente de los años desperdiciados. La iglesia era una parte importante de nuestras vidas, y nuestra Escuela Dominical era como una familia para nosotros. Nuestro hijo nació en marzo -- ¡qué experiencia tan asombrosa! Deseé que mi padre hubiera podido estar allí para ver a su nieto y darme unas cuantas lecciones sobre paternidad.

Para el tiempo en que mi hijo tenía dos años empezaron las primeras señales de problemas en nuestro matrimonio. Teníamos serios desacuerdos acerca de cómo criar a nuestro hijo, y la atención de Sue estaba tan enfocada en las amistades externas y la maternidad, que su papel de esposa se estaba escapando a través de las grietas.

Sue y yo comenzamos a asistir a una nueva iglesia y ambos experimentamos el mayor crecimiento espiritual de nuestras vidas. Nos convertimos en líderes de adoración, líderes de grupos del hogar, y la iglesia era nuestra familia. Hasta nuestra familia inmediata creció con el nacimiento de nuestra hija. Exteriormente las cosas lucían excelentes -- ministrábamos juntos, dirigíamos la adoración en retiros y seminarios, éramos líderes en la iglesia, y amábamos mucho a nuestros hijos. El mayor indicador de nuestros problemas matrimoniales fue que, después del nacimiento de nuestra hija, dejamos de dormir juntos. Sue no pensaba que este era un problema, porque sus padres no habían dormido juntos por años. Sue también pasaba mucho tiempo fuera con amigas y yo estaba empezando a resentir su ausencia.

Eventualmente nos mudamos de nuevo, pensando que un cambio de actividades y el distanciarnos de sus entrometidos padres nos podría ayudar a rescatar nuestro matrimonio. Poco después, Sue tuvo un affaire y más tarde, ese año, durante una sesión de consejería, Sue anunció que quería el divorcio. Los sentimientos eran casi idénticos a aquellos que sentí cuando mi padre murió -- soledad, seguida de culpa y vergüenza. Cuando pensaba en los niños no podía controlar las lágrimas. Eran las lágrimas de un padre con el corazón roto, que se daba cuenta que no podría estar siempre allí para sus hijos. Eran también las lágrimas de un padre sintiendo el dolor de sus hijos.


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Esta es una historia de la vida real.



¿Tú qué piensas?
Todos hemos pecado y merecemos el juicio de Dios. Dios, el Padre, envió a Su único Hijo para cumplir ese juicio por aquellos que creen en él. Jesús, el creador y eterno Hijo de Dios, quien vivió una vida sin pecado, nos ama tanto que murió por nuestros pecados, tomando el castigo que merecíamos, fue sepultado, y levantó de la muerte como lo dice la Biblia. Si de verdad crees y confías de corazón en esto, recibe a Jesús como tu Salvador, declarando: "Jesús es Señor," serás salvado del juicio y podrás pasar la eternidad con Dios en el cielo.

¿Cuál es su respuesta?

Sí, hoy he decidido seguir a Jesús

Ya soy seguidor de Jesus

Todavia tengo preguntas





¿Cómo puedo conocer a Dios?




Si murieras hoy, ¿iría usted al cielo?


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