Pasos para la Recuperación - Preparando el Terreno
Los pasos para la recuperación fueron esenciales para la sanación de este hombre. Al leer su historia, considere cómo Dios puede traer sanación a su vida.
Yo crecí en un pequeño suburbio en las afueras de Detroit, Michigan. Mis recuerdos de la niñez están oscurecidos por imágenes de violencia y sentimientos de miedo, vergüenza, humillación, e inseguridad. Mi padre era alcohólico y partidario del castigo corporal (una horrible combinación) y algunas de sus conductas eran bastante abusivas conmigo, con mis dos hermanos menores, y con mi madre.
Recuerdo sentirme atemorizado e impotente acostado en mi cama, escuchando a mis padres gritar y discutir. ¡Me acurrucaba bajo las sábanas deseando y rezando que pararan! Hubo abuso físico conmigo, con mis hermanos, y especialmente con mi madre. Presencié cosas que los niños no deberían ver. Muchas veces vi el dolor y la confusión en los ojos de mi madre. A veces ella lloraba sobre mi hombro. Me sentía indefenso y solo.
Mis padres se divorciaron cuando yo tenía 8 años. Sentí vergüenza y culpa porque yo, de hecho, había orado para que se separaran, para que mi padre se fuera o incluso que muriera -- cualquier cosa que acabara con la violencia y el abuso. Por esas oraciones, ¿fui yo la causa del divorcio? ¿Hice algo que había ocasionado la ira de mi padre y el que bebiera? Cuando de hecho veía a mi padre, me decía de una manera vulgar la persona horrible que era mi madre. Me sentía como si estuviera atrapado en el medio y estuviera forzado a tomar partido. ¡Todo lo que yo quería era una familia que se amara!
Comencé a buscar un amigo -- alguien en quien pudiera confiar y a quien pudiera admirar. Cuando tenía 8 años asistí a una pijamada con un muchacho un par de años mayor que yo. Era en su casa y no había nadie que supervisara. Comenzamos a jugar strip póquer; él dijo que sería divertido. Recuerdo haber tenido una sensación de desazón en la boca del estómago sabiendo que hacía algo malo, pero no me detuve. Quería agradar a este muchacho mayor. Esa noche él propuso otros juegos sexuales que jugamos. Recuerdo el olor mohoso del sótano y el desconcierto, la culpa, la vergüenza, y la suciedad que sentí al día siguiente. Nunca le conté a nadie acerca de esto y nunca más pedí pasar la noche en casa de ese muchacho otra vez.
Durante este tiempo de desesperanza busqué a Dios. A los 9 años le pedí al Señor Jesús que fuera mi Señor y Salvador. Desarrollé una profunda vida de oración. Todas las noches, antes de dormirme, oraba por todos los que conocía. Oraba detalladamente por las necesidades de cada persona. En ese tiempo me sentía muy cerca de Dios -- seguro, querido, abrigado en los brazos de mi Padre Celestial. Podía imaginarme la amorosa presencia de Dios rodeándome a mí y a aquellos por los que oraba.
Cuando tenía 11 años, mi madre y yo nos mudamos de Michigan a Las Vegas, Nevada. Un día, un amigo me preguntó si quería fumar marihuana. Debido a que ocasionalmente ya había fumado cigarrillos, pensé ¿por qué no? Recuerdo la primera vez que me drogué -- ¡me gustó! Me ayudó a ignorar mi vergüenza, ira, culpa, e inseguridades.
Pasos para la Recuperación - La Adicción se Arraiga
Durante los años siguientes, mi necesidad de dar el paso hacia la recuperación comenzó a arraigarse. Las drogas se convirtieron en un hábito diario -- fumando marihuana y probando cualquier droga que estuviera disponible (speed, fenciclidina, polvo de ángel). Todavía oraba un rato todas las noches, aunque se hacía cada vez más difícil mantenerme despierto mientras oraba por todos los que conocía. Para el momento que tuve dieciséis años, el tiempo de oración de todas las noches se había desvanecido lentamente y desapareció de un todo.
A los dieciocho años me di cuenta que si no dejaba de fumar marihuana no sería capaz de recordar mi propio nombre, ¡y ni hablar de cualquier otra cosa! Noté que muchos de mis compañeros de droga no tenían ninguna motivación ni objetivos en sus vidas, y yo no quería acabar como ellos. Así que dejé la droga de un sólo golpe. Desafortunadamente, ese momento de claridad no fue seguido por una renovada dedicación a Dios, y yo no tenía amigos que me alentaran en mi decisión. Por cuenta propia no era capaz de detener mi comportamiento compulsivo adictivo ni suprimir mis sentimientos de vergüenza, ira, e incompetencia por mucho tiempo.
Como resultado, comencé a beber alcohol con regularidad. Hubo muchas veces que me despertaba a la mañana siguiente, después de llevar a otros a sus casas, sin la menor idea de cómo había llegado yo mismo a mi casa. Pero racionalizaba -- ¡Al menos no estaba fumando marihuana!
A los 22 años de edad comencé la universidad. Estudié duro, milagrosamente saqué buenas notas, y a menudo bebía alcohol. Durante mi último año comencé a trabajar a tiempo completo y descubrí que la cocaína me permitía conseguir cuatro horas de sueño, seguir funcionando, beber más, ¡y también parecía hacerme más inteligente! Por supuesto, era una mentira. Podía dormir sólo cuatro horas por unas cuantas semanas, pero después tenía que colapsar por un par de días. Sí, podía beber más, pero definitivamente no me hizo más inteligente. Asombrosamente, me gradué con honores en la universidad, pero arrastrando una adicción a la cocaína y al alcohol.
¿Quizá una mujer podría llenar el vacío en mi alma? La primera vez que vi a Susan pensé: ¡Qué mujer tan bella!Debido a que ella estaba teniendo problemas con su marido y se separó de él, decidí invitarla a salir. Nos embriagamos y le pregunté si quería cocaína para poder trasnocharnos y hablar. Me dijo que ella no consumía drogas -- ¡ese era un problema grande! Mentí y le dije: "Yo tampoco... sólo ocasionalmente, y puedo parar cuando quiera." Una vez que Susan se divorció de su esposo, nos mudamos juntos. Continué mintiéndole por dos años acerca de mi consumo de cocaína.
Alrededor de un año después de habernos conocido, comencé a jugar -- otra cosa que pensé que nunca haría. Aunque había vivido en Las Vegas durante años, nunca había pasado de meter unas cuantas monedas en una máquina tragamonedas. Menospreciaba a las personas que apostaban. ¡Pensaba que eran tontos! Conocía a algunos de los tipos que crearon el software que corría en las máquinas de vídeo póquer. Yo tenía un título secundario en matemáticas. ¡Sabía que las probabilidades estaban en mi contra! Un año después estaba arruinado y a sólo días de que me echaran a la calle.
Veinte años de beber, de drogas, y un año de juego me llevaron a un lugar en el que nunca quiero estar de nuevo. Estaba viviendo en un agujero negro sin fondo, un lugar en que me podía hundir más aún, pero del que no podía salir por mi cuenta. Era un carrusel sin esperanzas, que nunca se detenía. Una y otra vez decía: "Esta vez sólo tomaré un trago, o haré una sola línea, o haré una sola apuesta...y luego pararé." Tenía buenas intenciones, pero me terminaba continuamente, en las primeras horas de la madrugada, meciéndome como un bebé, en posición fetal, diciendo: "No más. ¿Cómo llegué a esto otra vez?" Una y otra vez pasaba la noche entera borracho, en una parranda de juego inducida por la cocaína. Volvía a casa y veía vídeos pornográficos ¡mientras que a menos de 9 metros dormía una mujer que me amaba! El dolor y la confusión que vi en los ojos de Susan me hirieron en lo más profundo, y me recordaron de lo que había visto en los ojos de mi madre en aquella casa en Michigan. Pero por más que trataba, no podía parar.
Juré dejar de beber, de drogarme, de jugar y de ver pornografía innumerables veces, sólo para recaer y caer aún más bajo en ese agujero sin fondo. Nunca hablé abiertamente del suicidio, pero empecé a conducir mi auto deportivo rojo por los alrededores pensando: "Si me estrellara a toda velocidad contra ese poste telefónico, quizá podría tener un descanso de toda la basura en que me encontraba." Verá, ya no aguantaba más. Vivía en un estado de lastimosa e incomprensible desmoralización. ¿Dónde estaban mis amigos ahora?
Pasos para la Recuperación - Clamando por Ayuda
La mañana del 9 de marzo, Dios me dio otro momento de claridad. Estaba harto. ¡No quería seguir viviendo así! Había tocado fondo y ya no podía seguir intentándolo solo. Pero ¿cómo iba a bajarme del carrusel? ¡Clamé a Jesús! "¡AYUDAME SEÑOR!" Me quedé sentado, sollozando como un hombre destruido, mientras mi madre conducía a un centro de tratamiento. Yo me había preciado de ser fuerte, auto suficiente, y capaz de manejar cualquier cosa que la vida me arrojara. Ahora me sentía desesperado, indefenso, e insignificante. Para mí eso fue rendirme. Admití que era impotente ante las drogas y el alcohol, y que mi vida era inmanejable.
Pasos para la Recuperación - Una Jornada de Toda la Vida
Le doy gracias a Dios que mi hermosa novia, Susan, quien llegó a ser mi esposa, nunca me dejó. Ella recorrió los pasos hacia la recuperación junto conmigo. A través de todas las mentiras y escapadas que hice, ella permaneció conmigo. Nos casamos tres años después de estar limpio y sobrio. ¡Fue uno de los días más felices de mi vida! Los milagros de esa noche fueron muchos. ¡Estaba increíblemente feliz! ¡Ninguna droga jamás me hizo sentir tan bien! Filipenses 1:6 dice: "Estando persuadido de esto, que el que comenzó en nosotros la buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo."
¡La noche que mi esposa y yo fuimos bautizados fue una noche gloriosa! Mientras me sumergía en el agua y salía a la superficie en la renovación de Cristo, supe que había una celebración en el cielo. La alegría que sentí es difícil de expresar en palabras. Era como tragarse el sol y que la luz irradiara de mi cuerpo.
Quisiera poder decir que desde que hice los pasos nunca he fallado, pero eso no sería verdad. El Espíritu Santo me mostró un área de mi vida en la que no andaba puramente, de la manera que Dios me lo había pedido. Verá, había dejado de hacer los pasos 10, 11, y 12 diariamente. Dejé una puerta abierta. Así que una vez más tuve que confesar que era impotente. ¡Yo no puedo, Él puede, creo que se lo permitiré! Sé que la recuperación siempre será una parte de mi vida.
¿Lucha usted con las drogas, el alcohol, la pornografía, el juego, la ira, la depresión, o con el no vivir las prioridades correctas en su vida? ¿Qué heridas, hábitos, o complejos tiene? Si usted está luchando y cree que no tiene a nadie en quien confiar, ¡le desafío a buscar ayuda! ¡Jesús está allí! Ya sea un recuerdo doloroso pasado: de sótanos mohosos, de guaridas de droga, de establecimientos de juego, de brillantes páginas de revistas, imágenes en la pantalla de la televisión o de la computadora. ¡Dé el paso! ¡Encontrará a alguien! ¡Jesús le puede curar!
¿Está dispuesto a buscar ayuda? ¿Está dispuesto a aceptar el poder que Jesús ofrece de romper CUALQUIER esclavitud? Sepa que Jesús tiene un plan para su vida, ¡y no es vivir en ningún tipo de esclavitud!
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